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La planificación sucesoria: un asunto del "más acá"
27 de Mayo de 2025

Por Leonardo J. Glikin, Director de CAPS Consultores
En el imaginario colectivo, la palabra “sucesión” suele asociarse al final de la vida. Para muchas personas, evoca la pérdida, el “más allá”, y por eso tienden a postergarla indefinidamente. Sin embargo, la planificación sucesoria es, ante todo, una cuestión del “más acá”: está íntimamente relacionada con el presente, con nuestras decisiones, nuestros vínculos y la forma en que elegimos vivir y ser recordados.
Planificar la sucesión no implica resignarse ante un desenlace inevitable, sino tomar el control de los aspectos más significativos de nuestra vida. Es una forma de transitarla con mayor serenidad, responsabilidad y coherencia. Supone reflexionar sobre lo que hemos construido, las personas que amamos, los proyectos que nos motivan y el legado que deseamos dejar.
Los cuatro pilares de la planificación sucesoria
Una planificación sucesoria bien concebida se sostiene sobre cuatro pilares fundamentales, que trascienden lo jurídico y patrimonial para abarcar también dimensiones humanas y existenciales:
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Protección de los seres queridos
Pensar hoy cómo queremos cuidar mañana a quienes más amamos es un verdadero acto de amor y responsabilidad. No se trata únicamente de repartir bienes, sino de prever escenarios, facilitar procesos y reducir incertidumbres en momentos complejos. -
Armonía familiar
La ausencia de una planificación clara puede derivar en tensiones o rupturas entre hermanos, hijos, cónyuges o parejas. Anticiparse, dialogar y acordar permite evitar conflictos y preservar los vínculos más valiosos. -
Proyección
Para quienes lideran empresas familiares, fundaciones, equipos o proyectos, planificar la sucesión garantiza continuidad, profesionalización y desarrollo. No es solo preguntarse “quién sigue”, sino “cómo lograr que esto perdure y crezca”. -
Trascendencia
Toda persona, desde su lugar, deja huellas. La planificación sucesoria permite definir qué valores, acciones y compromisos queremos que hablen por nosotros cuando ya no estemos. Es pensar el legado más allá de lo material.
Una conversación que transforma
Hablar de sucesión no adelanta la muerte. Pero evitar el tema puede dar lugar al caos, la desorganización y el dolor. Considerar tanto las contingencias internas (salud, vínculos, decisiones personales) como las externas (cambios legales, económicos o sociales) nos permite anticiparnos y adaptar nuestros planes.
La planificación sucesoria no se agota en un testamento o una donación. Es un proceso reflexivo, dialogado y evolutivo, que puede y debe ajustarse a lo largo del tiempo, conforme cambian nuestras prioridades, relaciones y circunstancias.
Un camino hacia una vida más plena
En definitiva, no se trata solo de “morir bien”, sino de vivir mejor: con más claridad, coherencia y tranquilidad. Saber que dejamos las cosas ordenadas nos libera de cargas invisibles y nos permite disfrutar más plenamente del presente.
La planificación sucesoria no es un acto solemne ni dramático. Es una oportunidad para ejercer la libertad, la madurez y el cuidado. Cuanto antes la incorporemos a nuestra agenda, más presentes estaremos en ese “más acá” que, al fin y al cabo, es lo único que verdaderamente tenemos.