San Pedro: el insólito "autosecuestro" de un patrullero que expone el desmanejo del intendente Salazar

La crisis económica que atraviesa San Pedro no es novedad, pero cada episodio que emerge del municipio gobernado por Cecilio Salazar parece superar al anterior.

Esta vez, el escándalo no vino por un conflicto político ni por un reclamo social, sino por una escena digna de un realismo absurdo: un mecánico decidió retener un patrullero en su taller como “forma de pago” ante las deudas que —según se comenta en todo el distrito— la Municipalidad mantiene con su emprendimiento.

El hecho, que generó un revuelo inmediato, dejó expuesto algo que en San Pedro ya se comenta casi como una verdad instalada: la gestión de Salazar mantiene compromisos impagos “con todo el mundo”.

El intendente, que pasó sin pudor de ser parte de Juntos por el Cambio bajo el ala de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri a convertirse en aliado del kicillofismo, arrastra una larga lista de proveedores molestos, hartos de esperar pagos que no llegan y buscando formas desesperadas para cobrar.

En ese contexto, el mecánico en cuestión habría decidido que el único modo de recuperar parte de lo adeudado era quedarse con el móvil policial que le habían llevado para reparar. No sería el primero que intenta “cobrarse” de manera creativa frente a la falta de respuesta del municipio.

Según trascendió, la deuda no solo corresponde a arreglos de patrulleros, sino también de autos oficiales e incluso —afirman voces del distrito— de vehículos pertenecientes a familiares del propio intendente. La situación escaló cuando intervino la Justicia a través del juzgado de garantías, que ordenó al mecánico devolver el patrullero. El trabajador, resignado pero firme, habría dejado una frase que ya circula entre vecinos: “Ya van a venir con otra cosa y ahí veremos”.

El insólito episodio vuelve a poner en el centro de la escena el desorden financiero y administrativo de la gestión Salazar. En un municipio que depende cada vez más de auxilios de la Provincia y que acumula deudas con proveedores esenciales, la retención de un patrullero por falta de pago no es solo una anécdota pintoresca: es el síntoma de una administración desgastada, sin rumbo y que, a esta altura, ni siquiera logra mantener funcionando lo básico.